El Papa Francisco llegó al Colegio Máximo como estudiante en la década del 60 y en los 80 fue rector de la institución y de la cátedra de Filosofía y Teología.
Cuando Jorge Bergoglio todavía no era el Papa Francisco, vivió muchos años en San Miguel.
Estudió en el Colegio Máximo de San José, desde 1961. Ahí fue ordenado sacerdote, enseñó teología pastoral, y años más tarde, fue nombrado rector.
En el colegio ubicado sobre la actual avenida Ricardo Balbín (por entonces, avenida Mitre) al 3200, Bergoglio hacía las tareas cotidianas como cualquier otro: lavaba los platos o alimentaba animales en la granja del colegio. Su ejemplo de sencillez y espiritualidad lo convirtió en una figura muy apreciada por la comunidad.
Esta etapa fue clave en la formación del Papa Francisco como un “cura popular”, siempre dispuesto a servir y conectar con los demás.
Su paso por el Colegio Máximo
En 1961, Francisco ingresó al Colegio Máximo para estudiar teología y filosofía. Obtuvo su título en ambas disciplinas al mismo tiempo que fue ordenado sacerdote en la institución jesuita en 1969.

A sus 37 años, fue nombrado Prepósito Provincial de la Compañía de Jesús, el máximo rango de la orden jesuita y seis años más tarde asumió como rector de la institución.
“Recuerdo que cuando él ya era Prepósito Provincial y yo siendo párroco que comenzaba, me vino a visitar a la pieza comunitaria donde vivía. Entonces, lo primero que me preguntó es si no me agarraba frío a la noche y al otro día apareció con una estufa”, contó Julio Merediz, un sacerdote jesuita que fue su compañero en el Máximo, acerca de los gestos de Jorge con sus compañeros y con la institución que lo formó y donde siempre “evangelizó con el ejemplo”.
Obispo y luego cardenal
En 1992, Bergoglio fue elegido obispo auxiliar en la Ciudad de Buenos Aires, luego pasaría a ser obispo coadjutor y, a los pocos, años asumió como Arzobispo de la Ciudad. A principios del siglo XXI fue hecho cardenal por el papa Juan Pablo II.
Ya viviendo en la Ciudad de Buenos Aires, igual siguió dictando clases en su cátedra de Teología pastoral todos los lunes en San Miguel, al mismo tiempo que su misión pastoral dejaba huella en la Capital Federal, donde, por ejemplo, durante su obispado convirtió a todas las villas en parroquias.
“Les enseñó a los sacerdotes de la Ciudad de Buenos Aires que eran religiosos para cualquier parroquia, estuviera en la villa, Barrio Norte, Flores, Floresta o en cualquier barrio o condición social. Que no había solamente curas villeros, sino que todos eran curas de la diócesis y para todas partes”, recordó el padre Merediz.

En el Colegio Máximo, docentes de la institución que compartieron con Francisco recordaron cómo, en 1976, alojó a tres muchachos de La Rioja para que estudiaran allí y así protegerlos de las persecuciones de la dictadura.
Poco antes, en La Rioja, habían matado a dos sacerdotes que trabajaban con Enrique Angelelli, el obispo asesinado por la dictadura. A los estudiantes riojanos, Francisco los alojó, los becó para que pudieran estar en el Colegio sin problemas, y les dijo que tuvieran cuidado y fuesen prudentes, porque siempre había visitas de los militares.
La última mudanza, para ser el Papa Francisco
La relación más estrecha entre Francisco y San Miguel se extendió por más de dos décadas. Entre 1980 y 1986, fue rector del Colegio Máximo y de su Facultad de Filosofía y Teología.
También fue el primer párroco de la Parroquia del Patriarca San José, ubicada en el barrio sanmiguelino de San José.
En 1990 se mudó a Córdoba, donde pasó dos años, destinado por la Compañía de Jesús a la capital provincial. Y en 1992, pasó al Obispado de la Ciudad de Buenos Aires, en la que sería su penúltima gran mudanza. La última fue el 14 de marzo de 2013, a la Ciudad del Vaticano, para conducir la Iglesia Católica.